Brux

 
*Brux, la Hechicera del Caos*

Brux nació en *Skellara, una región alejada de los grandes reinos, protegida por las tierras bañadas por la **Luna Oscura. Este misterioso territorio estaba resguardado por cuatro pilares mágicos, cada uno consagrado a una de las fases de la luna, y su gente vivía bajo la estricta vigilancia del **Círculo de los Cuatro Pilares*, un consejo de sabios y guardianes místicos. Desde su infancia, fue separada de sus padres a los cinco años para recibir un entrenamiento intenso por parte del líder principal del Círculo y los pilares. La educación se basaba en la disciplina, eliminando cualquier vestigio de emociones humanas para evitar decisiones egoístas que pudieran poner en peligro la paz del reino.

El entrenamiento de Brux la convirtió en una maestra de los *elementos* y una guerrera imparable tanto a distancia como en combate cuerpo a cuerpo. Sin embargo, la presión de controlar sus poderes místicos a tal edad comenzó a tomarle factura, y las pesadillas comenzaron a acecharla. Estas pesadillas fueron señales de que su magia, en particular la que dominaba los elementos, se estaba desbordando. El líder del Círculo y los pilares, temerosos de que su poder se saliera de control, decidieron sellar una parte de su magia dentro de su propio cuerpo, creando una barrera mística que la mantuviera bajo control.

Tras la intervención, Brux se convirtió en una guerrera sin emociones, completamente desapegada del mundo, solo centrada en proteger su tierra. Durante su tiempo, junto a su leal compañero *Roshan, un hábil guerrero originario de **Azkarith, se embarcaron en misiones para asegurar la supervivencia de **Skellara*. Con el tiempo, se forjaron una alianza imbatible, llevando la paz a las tierras de la Luna Oscura.

Pero todo cambió cuando el sello que mantenía sus poderes bajo control comenzó a debilitarse. Brux comenzó a experimentar más pesadillas, y en sus sueños se le revelaba la amenaza de una figura aterradora: *Morrigan, el caos reprimido que había sido sellado dentro de ella misma. Morrigan comenzó a tomar forma y a ganar poder, hasta que finalmente se liberó, creando un cuerpo físico a partir de la magia acumulada en su interior. Esta entidad, nacida del descontrol de Brux, atacó a su creadora y a **Roshan* en un asalto devastador, acabando con la vida de su compañero.

La tragedia marcó a Brux, quien se dio cuenta de que, al unirse con Morrigan, ambas podían manipular las *almas del inframundo, trayéndolas de vuelta, pero siempre bajo una estricta regla: la resurrección debía tener una justificación funcional para el mundo de **Lumenoth, no por razones egoístas ni sentimentales. Si violaba esta regla, la brecha entre el inframundo y el plano terrenal se abriría, poniendo en peligro a todos los reinos de **Dravenhold, **Azkarith, y más allá. **Feroska*, donde se encuentran las tierras nevadas y los bastiones de los señores de la guerra, también sufriría las consecuencias de esta distorsión.

El poder de Bruxa es tanto una bendición como una maldición. Cada vez que decide usar su habilidad para traer almas de vuelta, se enfrenta a la posibilidad de perder el control y dejar que Morrigan tome el mando. Si eso ocurre, el caos se desataría no solo en las tierras de Skellara, sino en toda la región de *Zafiryum, donde las antiguas ruinas de la **Fortaleza de los Mitos* resguardan secretos que podrían cambiar el destino de todo Lumenoth.

Bruxa continúa su lucha, ahora con una nueva misión: proteger *Skellara*, su gente, y el equilibrio de Lumenoth, mientras se enfrenta a la guerra interna entre su ser y Morrigan. Si no logra controlar su poder, todo lo que ha jurado proteger podría desaparecer bajo las sombras de la Luna Oscura.

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