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ASKELAD

 
 

Askelad nació en el norte del continente, en una región conocida como el Valle del Eterno Invierno. Aunque el nombre parecía sombrío, la realidad era que, durante la primavera, los prados se tornaban verdes y los animales abundan, al igual que los recursos mineros. Esto atraía a muchas tribus y pueblos que migran constantemente. Fue en este entorno que su madre, originaria del sur, conoció al príncipe Venserk, quien, con el tiempo, dio origen a Askelad. El niño heredó la piel oscura de su madre y la imponente altura de los gigantes de la Casa Garn, así como la fiereza de los grandes lobos que acompañaban a dicha casa.

Su madre lo nombró Harek, hijo bastardo del príncipe Venserk. Sin embargo, su madre murió poco después de darlo a luz, víctima del frío extremo del valle, al cual no estaba acostumbrada. El invierno en ese lugar era tan brutal que los ancianos abandonan sus hogares para no convertirse en una carga, pues la muerte era casi inevitable. A pesar de ser un bastardo, Harek fue acogido por lobos que lo cuidaron, dándole comida y protección. La ropa que usaba, hecha de la piel de estos animales, lo mantenía a salvo del gélido clima. Vivió con ellos hasta los 5 años, cuando fue encontrado por los señores feudales de los Fiord. Estos lo adoptaron como uno de los suyos y, con la ayuda de una madre adoptiva, le proporcionaron educación básica.

A medida que crecía, Harek fue conocido como Askelad, un joven trabajador en las minas. Su piel oscura, cubierta de suciedad por su trabajo, le dio la apariencia de un bárbaro, pero su destreza y habilidad con las armas lo hicieron destacar. A los 18 años, decidió unirse al ejército en busca de mejores oportunidades: comida, dinero y respeto. Su facilidad para adaptarse a las armas lo convirtió en un soldado eficiente, destacándose no solo por su fuerza bruta, sino también por su comprensión del arte de la guerra.

Fue durante una expedición enviada por los Fiord a las tierras más al sur donde Askelad y su tropa se encontraron con las infames bestias Perl. En el bosque oscuro, un grupo de estas criaturas atacó de manera salvaje y caótica. Las bestias Perl, grandes lobos mutados por fuerzas oscuras, eran temidas en toda la región, pero ninguno de los soldados esperaba enfrentarse a un lobo alfa, un ser tan imponente que su mera presencia helaba el aire. Este lobo, con ojos rojos brillantes como sangre y una furia imparable, desató su ataque.

Askelad, criado en el norte entre lobos, pudo sentir la naturaleza salvaje de la criatura. Sabía que no era un lobo común, sino un líder, un alfa, y comprendió de inmediato por qué se le temía. La batalla fue feroz. Los soldados intentaron hacerle frente, pero las bestias Perl atacan en manada, y el lobo alfa lideraba el asalto con una brutalidad que desbordaba todo lo conocido. La lucha fue sangrienta y caótica, y pronto solo Askelad quedó en pie. Su cuerpo, marcado por los golpes y las mordeduras, se desplomó en las aguas heladas, dejándolo a la deriva, aparentemente condenado a morir.

Sin embargo, la mordedura del lobo alfa fue diferente. Aunque Askelad pensó que estaba herido de muerte, comenzó a notar cambios extraños. En lugar de sucumbir a la debilidad, su cuerpo se fue fortaleciendo, y su mente, aunque confusa, se agudizó. Al principio, todos pensaron que la mordedura solo lo estaba enfermando, pero pronto quedó claro que algo más estaba ocurriendo: la maldición del lobo alfa ya se estaba apoderando de él.

Dos años más tarde, cuando Askelad ya tenía 18 años, la transformación fue completa. La sed de venganza lo consumió. Decidido a encontrar el lobo que lo había mordido, Askelad vagó por los gélidos bosques del norte, hasta que finalmente encontró a la criatura. Con una brutalidad casi primitiva, mató al lobo y vistió su piel como un trofeo, sellando su destino. Desde ese día, ocultó la maldición que lo consumía tras una máscara de lobo, una máscara que utilizaba incluso al bañarse, como si la monstruosidad que llevaba dentro se fusionará con su nueva identidad.

A los 19 años, Askelad conoció a Vortiguer, un rey mercenario que le ofreció más dinero que cualquiera. Con la fortuna ganada, Askelad adquirió tierras y comenzó a coleccionar criaturas que encontraba o rescataba, desde caballos hasta golems desechados, crías de grifos y hasta huevos de dragón. A los 21 años, acompañó a Vortiguer al Campamento Escarlata, donde un ataque vampírico diezmó a las tropas, pero también le dio a Askelad la oportunidad de cazar y destruir vampiros.

Fue en ese campamento donde la Guardia Escarlata lo reclutó, reconociendo su destreza en la batalla y su tenacidad. Askelad, con su oscuro pasado y su maldición como sello de su fuerza, se unió a la Guardia Escarlata, dejando atrás su vida solitaria para formar parte de una causa mayor, luchando por la supervivencia y la venganza, buscando siempre el propósito detrás de su transformación.

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